LA
MODERNIDAD LÍQUIDA
Zygmunt Bauman nos presenta cinco conceptos
básicos de importancia en las actuales condiciones humanas: emancipación,
individualidad, tiempo/espacio, trabajo y comunidad. El autor aborda dichos
temas desde la perspectiva de la sociología e intenta dar respuestas a
interrogantes como: ¿qué es una sociedad?, ¿cómo se identifica?, ¿qué la
compone?, ¿qué relación hay entre los elementos que la componen, y el mundo
exterior?, ¿la sociedad va hacia una modernidad, o ya está en ella?, ¿qué es
modernidad?, ¿sólida?, ¿líquida? Mediante estas preguntas analiza la
complejidad de las nuevas sociedades y la manera de enfrentar el fenómeno de la
inmediatez.
El propósito principal de
Modernidad líquida es tratar de responder a estas preguntas, una tarea nada
fácil. Zygmunt Bauman realiza un valioso análisis sociológico. Uno de los
puntos relevantes del texto es que nos encontramos ante la disolución del
sentido de pertenencia social del ser humano para dar paso a una marcada
individualidad. Cuando el ser humano tiene posibilidades reales de ser
independiente, la sociedad ya no es aquella suma de individualidades sino el
conjunto de las mismas.
Para Bauman, la modernidad
líquida es como si la posibilidad de una modernidad fructífera y verdadera se
nos escapara de entre las manos como agua entre los dedos. Este estado físico
es aplicado a esta teoría de modernidad en el sentido de que, posterior a la
segunda guerra mundial, nos encontramos con por lo menos tres décadas de
continuo y próspero desarrollo, en el que el ser humano encuentra tierra firme
para ser y relacionarse con los demás.
Años más tarde, este mismo
desarrollo, traducido en la ciencia y la tecnología, así como también en lo
político, económico, intercambio cultural, apertura de mercados, globalización,
ha llevado al ser humano a alejarse de aquello con lo que se mantenía unido, la
sociedad. Es decir, de una sociedad sólida pasa a una sociedad líquida,
maleable, escurridiza, que fluye, en un capitalismo liviano.
Bauman nos explica que ante
la posibilidad de cambios reales, podemos reaccionar de una manera favorable al
sentirnos cada vez más independientes y rectores de nuestro destino, pero
también habrá quienes se sientan con miedo ante tales circunstancias. Ser
independientes no es tan fácil, la liberación-emancipación puede traer
consecuencias a las que no estamos acostumbrados. Nos consideramos modernos,
pero no lo somos. Primero porque hay deficiencias que subsanar en diferentes
rubros; segundo porque dentro de algunos años, esta modernidad dará paso a
otra, pero necesariamente tendrá que dar paso a otra concepción.
Para Bauman, el hombre deja
de lado esa sensación de satisfacción y bienestar, derivados de la
industrialización posterior a la segunda guerra mundial y busca su libertad.
Considera que esa libertad conseguida con su emancipación, ha hecho que el
hombre se vaya guardando más para sí mismo, despreocupándose aún más de lo que
sucede a su alrededor. Señala que el hombre está inmerso en una sociedad
consumista, que cada vez más busca satisfacción y más rápido, dadas las
condiciones de expiración de los productos oferta-dos, y no necesariamente
productos alimenticios. Tales son los casos de las colecciones de la moda, lo
último en tecnología, que hoy lo es y mañana dejará de serlo. Considera que esa
necesidad por las compras tiene como causa la búsqueda desesperada de
pertenencia al grupo que guía los rumbos de la sociedad capitalista-consumista.
Señala que cuando salimos de
compras, exorcizamos esos espíritus que sólo nos muestran una y otra vez que,
efectivamente, tenemos necesidades básicas que serán cubiertas en el mayor de
los casos; pero sólo esas, no más, no tenemos oportunidades de obtener más. Los
de alto poder adquisitivo tendrán un mayor número de opciones. Los de menor
poder adquisitivo sólo podrán adquirir lo que les corresponde. Conformidad: el
hombre terminará indefectiblemente por caer en las redes del consumismo, su
identidad no será suficiente para salvarlo de ser parte de la sociedad
sinóptica. Sin embargo, aún existe sutilmente una clara diferencia entre el
enemigo número uno de la sociedad, el individuo.
En el tercer apartado Bauman
reflexiona acerca del espacio/tiempo y su separación, antes éstos estaban
unidos y representaban fuerzas con-juntas para sí. Actualmente, no sólo se han
separado, sino que también hacen fuerza en contra de sí, sobre todo el tiempo
frente el espacio. El primero es el medio, herramienta de conquista del
segundo; antes se encontraba a la par de nuestros sentidos, sin embargo, con
los avances tecnológicos, esta percepción del tiempo se ha transformado de
manera tal que lo que antes nos parecía tan lejos, ahora sólo está a un click
de nosotros, de esa manera conquistamos el espacio. Una conquista instantánea,
que más tarda en tener pasado que futuro.
Otra gran aportación del
texto es la que se refiere a la clasificación de espacios en el ámbito de la
con-vivencia humana. Los espacios o lugares émicos (aquel destinado a la
exclusión), los lugares fágicos (aquel destinado a la inclusión masificada del
consumo), los no-lugares (es un espacio despojado de las expresiones simbólicas
de identidad) y los espacios vacíos (lugares que siempre han estado ahí, pero
inexistentes en nuestro mapa mental). Es precisamente en estos espacios, en los
que la humanidad se desenvuelve actualmente, que se da una cierta necesidad de
exclusión.
El ser humano se siente más
seguro estando solo que en sociedad, está perdiendo las habilidades de
convivencia, sólo se moverá y expresará, en cierta medida, con aquellos a
quienes considere de su propia clase. El no hables con extraños, como lo señala
Bauman, se ha convertido de una frase de protección infantil, a una coraza de
protección adulta.
Otro tema que el autor nos
ex-plica es que la sociedad liquida ha transformado la esencia del trabajo como
bien común, a la esencia del trabajo individual. Por mis propios intereses.
Aquí el trabajo como tal tiene dos aristas. Primero la de los capitales
financieros que los producen a partir de fábricas, etcétera, el interés es sólo
como capital humano. Es decir, como el medio por el cual la materia se
transforma en un bien que será comprado y que rápidamente pasará a la historia
por obsoleto. Los trabajadores son el recipiente que contiene el trabajo. Por
otro lado, el trabajador pasa primero de un trabajo a largo plazo -duradero y
en el que se crean vínculos afectuosos con compañeros y empresa, existe una
identificación y un agradecimiento-, a un trabajo inmediato -en el que la
durabilidad no es importante y los vínculos personales dejan de existir y sólo
la gratificación instantánea importa.
Si bien es cierto que los
individuos viven en conjunto alrededor de ciudades o localidades, se encuentran
inmersos en un mecanismo del cual es muy difícil salir, una individualidad
colectiva. El individuo como tal sólo puede confiar en sí mismo, ya no en los
demás, ya que su seguridad está muy por encima de intereses colectivos o mejor
dicho comunitarios. Si a esto le agregamos que el Estado
-antes garante de la
seguridad, certeza, y hasta cierto grado, libertad- ya no brinda estas
garantías, entonces se da esa separación entre lo nacional, dentro del cual va
inmerso el patriotismo. Sólo le queda tratar de conseguir esa seguridad,
entendida no solamente como seguridad física, sino también como seguridad
psíquica.
Es decir, en la modernidad
sólida, el individuo se sentía identificado con el Estado, además de que éste
representaba un futuro, si no más prometedor, por lo menos un futuro. Ahora el
individuo se encuentra con que ese futuro se ha desvanecido, no sabe cómo se va
a encontrar en cuatro o cinco décadas. Por ello es importante señalar que el
individuo, al verse cooptado por esas necesidades creadas, se refugia en sí
mismo para poder hacerse de esa seguridad, evaporada entre los poderes de los
mercados financieros. El concepto de Estado-nación representaba una comunidad
sólida, sin embargo la seguridad y la certidumbre buscan un nuevo modelo para
basar sus expectativas. El Estado ha dejado de ser benefactor. Actualmente ha
tomado el papel de mediador entre los poderes fácticos y los individuos, ha
cedido sus facultades de decisión. El Estado y la nación han tomado caminos
distintos en la modernidad liquida.
Finalmente, Bauman señala
que sumergidos en la sociedad liquida sólo podemos esperar un cambio, en mucho
tiempo. No podemos cambiar en unos cuantos años lo que ha sucedido durante
siglos. Eso sí, debemos tener esperanza. Pero vale la pena señalar que la
búsqueda de identidad, para nuestro autor, es una constante lucha por detener
el flujo. Percibir la identidad por fuera nos llama la atención, nos provoca
atracción, queremos ir tras ella, de una manera que nos permita no ser tan
dependientes de una sociedad consumista. Sin embargo, al estar dentro de ella,
al poseerla, nos parecerá algo ilusorio, volátil, por lo que preferimos siempre
volver al estadio de sociedad sólida y consumista. Formar parte de un grupo.
Jazmín Hernández Moreno
jazmin_paris@hotmail.com
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